EN LA NATURALEZA DE PHURY
El fin de semana pasado, me encontré sola en casa, dando vueltas. Estaba omitiendo algo en la superficie de todo a mí alrededor... realmente siguiendo el rastro de algo, vagando. Desasosegada. Hago este tipo de cosas a menudo porque soy un poco loca y la cabeza se centra en cosas prácticas e inútiles hasta que me vuelvo loca.
En un plis plas, me metí en el coche, abrí las ventanillas, la capota y puse la radio a tope. Algunas veces las salidas de emergencia tienen cuatro ruedas y los ritmos adecuados. Y benditos sean los carros de desahogo.
Cuando salí, empezaba a caer la noche y conduje lejos, muy lejos de casa... Conduje por encima del río Ohio y tomé la carretera de la costa, por la orilla. Últimamente he hecho esto bastantes veces ... sólo escaparme, sólo yo y el coche y el aire de verano y la música. Por encima de mí los árboles eran negro verdosos, un túnel que seguía con la desesperada esperanza de que me pudieran llevar a otro sitio que no fuera éste donde estaba.
Funcionó.
Mientras avanzaba, a mi izquierda, el sol era un gran disco escondiéndose, como si alguien lo hubiera colgado allí y quisiera sacarlo pero su inherente optimismo estuviera contraatacando. A mí alrededor, el aire era condenadamente húmedo, espeso como una nube, oliendo como ... bueno como el verano. Y esa dulce humedad cubría mi piel y me gustaba lo que llevaba puesto.
Allí afuera, en la carretera, la vida era dulce. La vida un regalo precioso, no la carga que en que a veces se convierte. La vida el vívido misterio que debe ser.
Y me encontré a mi misma pensando en Phury.
Conduciendo, conduciendo, conduciendo lejos de casa .... él me seguía. Como si estuviera en el coche conmigo, con el codo en la ventanilla abierta, con el aire agitando ese pelo suyo. Me imaginaba sus ojos amarillos como el color del sol que se estaba poniendo, brillando igual que el sol, cálidos como el sol, hermosos como el sol.
Vale, por supuesto que no estaba allí conmigo. Estaría ardiendo en llamas si estuviera. Pero estaba en mi cabeza, mirando a través de mis ojos y escuchando lo que me rodeaba. Y se deslizaba en mi pecho como un fantasma y tomaba asiento en mi médula y cogía el volante y la palanca de cambio y el acelerador.
Y mientras estaba conmigo, me hablaba de la naturaleza del No Tener. Del No Poder Tener. Del Nunca es Posible.
De la Frustración.
Lo veía sentado en la mesa del comedor. Bella a través de la mesa, a través de la vajilla y la cubertería y la cristalería, a través del mostrador de caoba ... a través de un millón de kilómetros que él nunca atravesaría. Miraba las manos de ella. La miraba cortando la carne con el cuchillo y el tenedor y llevándose el cordero a los labios. Le miraba las manos porque era la única remota y socialmente aceptable opción que tenía.
Es un infierno especial querer lo que no puedes tener. Porque su mente divagaba. Le llevaba en direcciones que no quería tomar. Le incordiaba con sabores que nunca tendría en su lengua, curvas que nunca podría acariciar, sentimientos que nunca podría expresar.
Estaba atrapado por su honor y por su amor hacia su gemelo, atrapado también por el respeto que le tenía a Bella... esclavo de su naturaleza moral.
Creo que lo que lo hacía más difícil para él era el hecho de que Bella siempre estaba alrededor. La veía cada día. Sabía cada amanecer al volver que ella estaba en su casa.
¿Qué hacía? Yacía en su gran cama y fumaba los porros que le mantenían en calma y rezaba para que todo se desvaneciera lo antes posible. Y lo que lo hacía incluso peor era su auténtica felicidad por Z. Había un alivio tremendo en el infierno especial de Phury porque sabía que ahora Z tenía un futuro por delante.
Alivio.... sí, alivio. Pero había veces que el alivio se empañaba. Phury miraba su pierna perdida y se sentía incompleto e indigno y débil y tullido y realmente no era por la amputación, porque no se arrepentía para nada de haberlo hecho. Lo que escocía durante el día, cuando la mansión estaba en silencio y Bella y Z dormían entrelazados en su cama matrimonial.... los que le escocía a Phury era el hecho de que era sexualmente inexperto e inepto y no había forma de salir de ese desierto. Incluso si renunciaba al celibato, incluso si encontraba una hembra y la tumbaba de espaldas y la cabalgaba, ¿qué es lo que le curaría eso? Un acto sexual torpe y descuidado no le haría sentir mejor. Si acaso, le dolería más profundo... porque sabía que eso no era lo que había entre Bella y Z.
No ... Phury estaba en la otra orilla del río, mirando la puesta de sol. Incapaz de tocar. Capaz sólo de mirar. Y nunca tener.
Así que en su ineptitud y su patético anhelo, en su despreciable debilidad, en su deplorable bazofia de emoción.... miraba las manos de Bella mientras comía. Porque eso era todo lo que podía hacer.
Esperaba algún alivio. Sabiendo que no lo iba a tener pronto.
Y se odiaba a sí mismo.
La caída en que se encontraba parecía no tener fondo y no tenía cuerda donde agarrarse, ni red donde caer, nada que impidiera su caída. Todo lo que podía hacer era anticipar un duro impacto, un golpe que destrozaría su cuerpo cuando quiera que llegara al fondo.
Para Phury, la naturaleza del No Tener, del No Poder Tener, del Nunca es Posible, de la Frustración lo estaban llevando a lugares oscuros que no podía haber previsto. Creo que asumía que si Z se curaba un poco eso haría que su propio sufrimiento se terminara.
Falso. Porque el sabor de la curación de Z era un sabor que Phury mataría por tener.
De cualquier forma ... eso es lo que comprendí a la orilla del río Ohio la otra noche a la brisa de verano... en la soledad de la música del radio casette del coche... donde todo lo que había era yo y las luces de los coches que pasaban y la brisa húmeda del aire.
Algunas distancias nunca se acortan.
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